La cintilla iliotibial es un tejido blando que se origina en la pelvis, en la cresta iliaca, y finaliza en la parte lateral de la tibia pasando antes por la conflictiva región del cóndilo lateral del fémur. Guarda relación con los músculos glúteo mayor y tensor de la fascia lata, y su función principal es la de estabilizar la rodilla. Esta misión está condicionada por la posición de partida de la articulación: si la rodilla tiene una flexión menor de 30º, la estabilización tiende a la extensión, mientras que si la flexión es mayor estabiliza con tendencia a seguir flexionando. Si hay muchos grados de recorrido en flexo-extensión de rodilla y las condiciones no son óptimas, las fibras de la cintilla friccionan con superficies óseas creando inflamación, incapacidad funcional y deterioro del tejido.

Muchos corredores de media y larga distancia padecen molestias o verdaderos dolores incapacitantes en la región lateral de la rodilla a partir de los quince o veinte primeros minutos de carrera. Evidentemente los síntomas pueden deberse a múltiples causas, pero el síndrome de la cintilla iliotibial cobra protagonismo con mayor frecuencia que cualquier otra patología. También el pedaleo y el mero hecho de caminar pueden irritar sus fibras cuando hay sobreuso. 

Este término, sobreuso, siempre me ha parecido peculiar…lo que para mi madre, que disfruta con la vida sedentaria, es sobreuso para mí es inapreciable. También ocurre que una persona con cierta deformidad congénita o adquirida es más vulnerable al sobreuso de un tejido que otra con una funcionalidad adecuada. Cuando un elemento actúa en buenas condiciones goza de un tiempo de vida mayor. Entonces confluyen en esto el estilo de vida y la fisiología, voy a dedicarles un poco más de espacio: 

En cuanto a los hábitos de vida diré que, además de factores como la alimentación, el peso y la indumentaria utilizada para el ejercicio, cobra mucha importancia la cantidad y calidad de la actividad física a realizar: no veo recomendable pasar de no hacer nada a correr 8 km 4 veces por semana para perder peso e insistir aunque existan molestias; tampoco lo es acabar dolorido tras una sesión de entrenamiento y no tenerlo en cuenta para la planificación de objetivos de la siguiente sesión. En la actividad física, diría yo que en la vida, hay que saber escucharse. Es preciso saber escuchar al cuerpo (no excluyo la cabeza), entender lo que a uno le conviene y pedir ayuda cuando no damos con respuestas. Es usual acabar destrozado por la cabezonería de cumplir cierto deseo aunque no estemos en las mejores condiciones para ello. Y es muy acertado saber autorregularse para tener continuidad y, con un uso adaptado de los tiempos, del propio ritmo, poder cumplir esos deseos y estar incluso en condiciones de diseñar otras metas más ambiciosas

En cuanto a la estructura y funcionalidad, hay muchas cosas a tener en cuenta. La propia alineación del fémur con la tibia condiciona el recorrido final que la cintilla ha de trazar (y cualquier orientación de las fibras no es óptima). Además, hay que tener muy en presente a la pelvis: posibles rotaciones y asimetrías cambian la colocación del lugar de origen de dicha cintilla. Como he mencionado en otras ocasiones, también hay que revisar el movimiento del pie por su indiscutible influencia en todas las estructuras superiores. La conocida pronación es causa frecuente del síndrome que hoy nos ocupa.

Sabéis que es fácil encontrar en internet, principalmente en páginas de Traumatología y Fisioterapia, información contrastada y consejos sobre cómo abordar esta dolencia. Me gustaría proponer dos aspectos menos conocidos:

Una vez más, que todas las partes del cuerpo son interdependientes y que, por ejemplo al andar y correr, el baile de una pierna con el brazo contrario necesita continuidad y la buena disposición de todas las estructuras intermedias, y digo bajito, por si no lo teníais en cuenta, que la columna vertebral anda por ahí.

Por otra parte, que la longitud de la zancada determina los grados de flexión o extensión de la rodilla. Una zancada más corta, evitando el ataque de talón y adelantando la posición del tronco, por ejemplo, disminuye los grados de movimiento en flexión y extensión de rodilla y las posibilidades de fricción entre el tejido blando y el óseo también se ven reducidas.

Pruébalo, escúchate, pregunta lo que haga falta y no te conformes. Hay muchísimas herramientas en ti, la salud eres tú.

¿Quién escribió el artículo?

Podóloga, fisioterapeuta, profesora del método Feldenkrais e investigadora científica, pionera en el ámbito de la diabetes y el ejercicio terapéutico.
Experta en la realización del estudio biomecánico de la pisada orientado a crear plantillas donde el gesto técnico y la calidad del movimiento son parámetros esenciales.

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