El músculo tibial posterior es el más grande de la cara interna del tobillo. Comienza en la cara posterior de la tibia, membrana interósea y peroné y baja para pasar por debajo del maléolo tibial formando un ángulo de 90º (zona de conflicto) y acabar insertándose en el calcáneo, escafoides, parte de las cuñas y bases de los metatarsianos centrales. Su función general es la de girar la planta del pie hacia adentro (supinar) mientras lo desciende, es decir, realiza el movimiento de inversión. La función específica, e importantísima para el apoyo adecuado del pie en la marcha o la carrera, es la de estabilizar mediante un trabajo excéntrico el descenso del arco longitudinal interno, el puente, cuando el peso del cuerpo y la fuerza de la gravedad tienen a aplanarlo. Para este trabajo también recurre a la colaboración de la fascia plantar, que proporciona cohesión al puzle óseo del pie.

La tendinitis o la inflamación de las fibras tendinosas o de la vaina que las envuelve (tenosinovitis) es de instauración progresiva y se da con frecuencia en corredores y cursando con dolor en la región interna del pie y del tobillo, talón, planta del pie y tercio inferior de la pierna en su parte posterior, cerca del sóleo y el gemelo interno.

Sabemos que las tendinitis pueden ser realmente tediosas para una persona con cierta actividad física y, más allá de tratamientos sintomáticos como estiramientos, masajes, electroterapia, pomadas y vendajes, en ocasiones hay que alcanzar la raíz del problema: la alteración mecánica del movimiento. El tibial posterior y la fascia plantar procuran, entre otras cosas, la oscilación del arco interno del pie dentro de unos parámetros fisiológicos (los que proporcionan amortiguación en el descenso y compactación para el despegue en el ascenso). 

Además de alteraciones estructurales y funcionales en el propio pie, hay una gran variedad de causas que se localizan en otras partes del cuerpo. Sin ir más lejos y por poner un ejemplo, una rotación interna de cadera excesiva desvía la carga corporal hacia la región medial (interior) incrementando el esfuerzo de contención que nos ocupa. 

Pero en mi opinión no es necesario que el rango de movimiento de ambas caderas sea perfecto, ni que la definición muscular del individuo posea un equilibrio ideal. Al igual que ocurre con otras tantas cosas, el atractivo, la competencia, llega por saber reunir y fomentar los recursos con los que sí contamos, muchos en cualquier caso, sin desatender los que necesitan un poco de ayuda. Ya he dicho en otras ocasiones que en el cuerpo hay infinidad de fórmulas para casi todo. Las combinaciones de movimiento que proporcionan nuestras articulaciones son innumerables y tremendamente ricas. Los que no estáis familiarizados con el ámbito sanitario, dudo que queráis explorar de manera minuciosa un atlas de anatomía, pero pensad que todo lo que viene en él reflejado lo lleváis puesto, que no es ajeno.

Las costillas corren.

Y por supuesto que en ocasiones hace falta una orientación, una guía que nos ponga las cosas más fáciles. Disminuir la inflamación y las molestias, conseguir un calzado adecuado e incluso unas plantillas que lo complementen de manera personalizada, recurrir a vendajes ocasionales puede ser estupendo. Pero construye desde abajo y no dejes de recurrir a ti mismo, corre entero. Aunque parezca mentira, te sentirás más ligero.

La salud eres tú.

¿Quién escribió el artículo?

Podóloga, fisioterapeuta, profesora del método Feldenkrais e investigadora científica, pionera en el ámbito de la diabetes y el ejercicio terapéutico.
Experta en la realización del estudio biomecánico de la pisada orientado a crear plantillas donde el gesto técnico y la calidad del movimiento son parámetros esenciales.

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